Arnoldo
Palacios
Arnoldo Palacios Mosquera escritor y periodista colombiano. Su obra se centra especialmente en la vida de las personas en el departamento del Chocó.
Biografía
El viajero incansable
Un 12 de noviembre, pero del 2015 y en Bogotá, dejó este mundo quien fuera bautizado como Arnoldo de los Santos Palacios Mosquera.[1] Sus restos mortales fueron llevados a Cértegui (Chocó) su tierra natal para su sepultura (1924). Es Cértegui una región ubicada al extremo norte de Colombia, en pleno bosque tropical húmedo, con costas en ambos mares, cerca del Golfo de Urabá; atravesada por las cuencas de los ríos Atrato y San Juan que vierten sus aguas al Océano Pacífico; también cruzada por actores que encarnan diversas economías ilegales, quienes con sus “ejércitos” merodean en busca de metales preciosos, control del territorio, narcotráfico, etc. De modo que el terror y el miedo se ha aposentado en su territorio y adueñado de sus nativos habitantes. Región periférica, alejada del centro del país y ajena por completo a las bondades de la metrópoli.
Nieto de mujer marcada con el hierro candente de la esclavitud, navega su canoa y llega a Quibdó, donde culmina su bachillerato en el colegio Carrasquilla, luego hasta Buenaventura, de donde siguió en tren hasta Bogotá, para sacarle provecho a una beca en el Externado Nacional Camilo Torres; regresa por un tiempo al Chocó, donde escribe una obra de teatro sobre Manuel Saturio Valencia.[2] Pretendió presentarla en Bogotá, pero el día programado para su debut se corrió el rumor de que los “blancos capitalinos” pondrían una bomba en el teatro, por lo que hubo que cancelar la función; este boicot de tinte racista alimentará su “conciencia étnica”. En Bogotá conoció a García Márquez, como el joven escritor que era; también hizo migas con Manuel Zapata Olivella[3] y con Enrique Buenaventura; se familiarizó con la poesía de Jorge Artel y con los poetas de Piedra y Cielo[4]. De la capital toma rumbo a Cartagena y luego, lo veremos en La Sorbona, en calidad de becario en estudios literarios. Allí esa conciencia se verá enriquecida merced a las relaciones que establece con escritores africanos y antillanos agrupados en la revista Presénce Africaine.[5] Bebió, entonces, las aguas de la corriente intelectual anticolonialista floreciente entre diversos escritores, quienes con sus dedos acusadores señalan la culpabilidad europea por la situación de pobreza material y espiritual a que son sometidos los habitantes de sus colonias (Ver: Los condenados de la tierra de Franz Fanon. Prólogo de Jean Paul Sartre, Editorial Maspero, París. 1961).
La prosa de Palacios es cercana a las características formales del piedracielismo, entre las que destaca su atracción por el agua, que es a su vez centro de esa particular vitalidad tan cargada de erotismo que caracteriza a los habitantes de su región natal. Agua erotizada… agua vida, vida agua. Obligatorio resulta señalar que esta categoría en la que, al parecer, se inscriben sus textos no es cosa distinta que influencias, y en cuanto tales, tienen su momento, hasta cuando, posteriormente, se han de dejar a un lado para dar a luz textos cuya particularidad llega a distanciarse de estas corrientes literarias; textos que hablan en un lenguaje distinto, con voz propia, tanto así que el vocabulario que emplea en sus textos pertenece por entero al habla cotidiana de las gentes de su región. Es quitarse el ropaje del europeo para colocarse el atuendo afroamericano y, de ese modo, hacer visible una “periferia” literaria de múltiples colores, que engalanan a sus gentes raizales, mestizas e indígenas.
Luchador incansable por la vida, y vencedor absoluto de esas batallas; la primera, provino del virus de la poliomielitis, que lo dejó con una pierna más larga que la otra, cuando apenas contaba con dos años de nacido; su fortaleza de espíritu y su tenacidad vencen sus limitaciones. Supera su invalidez, para ir en busca de futuro en otros lares de la geografía universal.
Regresemos al relato biográfico de Palacios Mosquera, que lo habíamos dejado en París (1947), donde un ortopedista lo operó de su pierna derecha; con lo que logró mejorar sus condiciones de movilidad. Meses después, a sus 23 años, regresa a Colombia y es cuando el azar fatal intervendrá de nuevo para hacer de él una víctima más de uno de los sucesos más conocidos de la historia de Colombia en el siglo XX: el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán y el posterior incendio del centro de la Capital. Es que, termina su novela Las estrellas son negras[6] el mismo 8 de abril de 1948… en la conflagración del día siguiente el manuscrito queda entre los escombros y las cenizas del edificio García Cadena, sede del Ministerio de Educación, en donde el poeta Carlos Martín[7] le permitía escribir en horas del mediodía y después de las 5 de la tarde.
De las vicisitudes por las que atravesó su novela y en particular, con lo acontecido en el plano de la historia de aquella fecha, se colige un hecho bastante singular: la novela como tal termina siendo una novela dentro de esa otra novela que es el relato histórico… el manuscrito debió de ser para él un fetiche al que se aferró para encontrar una tabla que lo salvara del naufragio en que ambos parecían navegar. Y así fue, porque, ayudado de su prodigiosa memoria y del aliento de sus amigos, emprendió la tarea de reconstruirla en tan sólo tres semanas. Finalmente, la obra se publica con la ayuda de Manuel Zapata Olivella, quien le entrega los originales a Clemente Airó fundador y director de la Editorial Iqueima; el pintor Clemente Jaramillo ilustró la portada con un hermoso dibujo de una negra en medio de la selva. La edición se agotó en dos semanas.
Arnoldo Palacios, emprendió un incansable y continuo viaje por el mundo, en medio de penalidades y penurias: desde las selvas chocoanas hasta Francia, La Unión Soviética, Polonia, Islandia y llegó a pisar tierra africana. En Moscú publicó “La selva y la lluvia” (Editorial Progreso), escrita en español y agotada muy rápidamente de las librerías de la capital rusa.
“Buscando a mimadrededios”[8], es primero publicada parcialmente en francés y luego en su totalidad (Universidad del valle, Ministerio de Cultura, 2009).
En 1998 recibió la Cruz de Boyacá. Fue fundador de la asociación de estudios sobre el Chocó
Encuentra algunas de sus obras aquí:
Las estrellas son negras
El manuscrito inicial de Las estrellas son negras se quemó el 9 de abril de 1948 durante el Bogotazo. Arnoldo Palacios lo tenía al lado de su máquina de escribir en un edificio de la Avenida Jiménez. Tras lo ocurrido, se puso a la tarea de reconstruirlo y tres semanas después el libro estaba listo…
Buscando mi madrededios
La selva y la lluvia
El día en que Pedro José pierde el pedazo de metal que le dio su madre para comprar plátano, arroz y carne seca, decide montarse en la primera embarcación que le permita atravesar la selva chocoana y llegar hasta Istmina. Allí buscará a un maestro que le enseñe a leer. Los personajes de Arnoldo Palacios transforman…
Cronología literaria
Novela
- Las estrellas son negras (1949)
- Buscando mi madredediós (1989)
Cuentos
- La selva y la lluvia (1958), Intermedio Editores, 2011.
- Navidad de un niño negro
- El duende y la guitarra (inédito)
- Chocó: amargo panorama (inédito)
- Cuentos de platino y oro (inédito)
- Recopilación de la literatura oral del Chocó (inédito)
- Panorama de la literatura negra